dimarts, 8 de desembre del 2009

El Maestrat

Los domingos de otoño se prestan a las excursiones domingueras. Y aunque hace un par de domingos el día era más bien gris marengo, hicimos realidad la ilusión eterna del "señor de la razón perpetua" y nos fuimos con su chico y con la "señorita de las margaritas mágicas" a Morella.
La mañana empezó más tarde de lo previsto, pero al final empezó. Nos montamos en el coche y ale, hacia el interior. Gran parte del camino la empleamos en mantener una enriquecedora discusión sobre la ampliación de Blasco Ibáñez destrozando el Cabanyal (creo que con esta descripición dejo bien clara mi postura). A media mañana llegamos a Ares del Maestre, allí ya pasamos el "señor de la razón perpetua" y yo una Nochevieja (con algunos más de mis estimados personajes), así que hicimos de guía al resto de la troupe (aunque no es fácil perderse allí... jeje). Tomamos un café con leche calentito y vimos millones de gatos muy peludos (y es que allí ya hacía frío... la temperatura era justo la mitad de la que había al salir de Torrent, y eso que ya estábamos cerca del mediodía...).
Y de allí a Morella. El termómetro era como un cuentakilómetros en countdown. Empezamos dando un paseo extramuros, jugando en unos toboganes gigantes y avanzando contra el viento que empezaba a soplar con demasiada fuerza. Yo me asomé a ver un poquito la Escola Llar de Miralles y Pinós (arquitecta que es una...). Desde allí callejeamos, probamos cosas de las que el "señor de la razón perpetua" conoce bien, como els "flaons", recibimos una llamada del Papa en pleno concierto organístico en la arciprestal (jaja) y nos decidimos a subir a la cima del castillo. Y justo allí, estando en la parte más alta, empezó a granizar :S El cielo que nos acompañaba toda la mañana no presagiaba otra cosa. Nos cobijamos un momento entre dos caras (aparecen en la foto) y bajamos a toda prisa. Y sin buscar mucho nos metimos en un bar a comer y de ahí al coche para entrar en provincia de Teruel por un camino infernal con destino Cantavieja.
Momento chiste de camino al coche. Un lugareño le dice a uno de nosotros señalando un montón de hojas caídas de otoño: "¿Sabes qué es eso?" Y contestamos: "Mmm, ¿hojarasca?" A lo que el morellano responde: "Es follaje, pero no tiene nada que ver con follar". Imaginad la cara que se nos quedó. Risas falsas y ojos de susto.
Allí nos hicimos otro cafecillo y dimos otra vuelta, pero bajo esos 2ºC se preveían bajas en breve si nos quedábamos a la intemperie. Así que decidimos que ya era hora de marchar para casa. El camino hasta la autovía fue muy tenso (siguiendo el tom tom ese por el camino más corto (¡!¡!) en lugar de por el recomendado). El termómetro bajó hasta los -1,5º, el firme estaba peor que fatal, había una oscuridad que en Valencia no se conoce, curvas de las que marean al mejor ciclista, empezó a nevar y se veía hielo en la calzada. ¿Y las cadenas para las ruedas? En casa, seguramente. Pudimos respirar tranquilos dos horas después cuando vimos ya una de esas esculturas de acero corten que se suceden por las salidas de la autovía mudéjar. Y llegamos a casa salvos, pero sanos no, que la "señorita de las margaritas mágicas" y el chico del "señor de la razón perpetua" se han pasado unos buenos días febrosos con eso del remojón y la temperatura en negativo.