dilluns, 11 de maig del 2009

La ferretería

No hay mal que por bien no venga. Debido al incidente de fontanería que tuve el otro día, ahora tengo una alcachofa con seis posiciones diferentes... ¡toda una mejora en mi calidad de vida! jaja
Y la compré en una ferretería. Hacía tiempo que no entraba en una y realmente son un pequeño mundo, un poco como las predecesoras de los llamados chinos. Puedes encontrar de todo: tuercas, tornillos, clavos, martillos, cola, cuerdas, regaderas, pozales, llaves, cajas de caudales, timbres de bicicleta, cizallas, motosierras, mangueras, destornilladores, paellas, cazuelas de barro y creo que podría seguir escribiendo hasta agotar el número de carácteres (y eso que creo que en blogspot no hay ;). También son el paraíso de las medidas: de cada objeto antes enumerado, tienen múltiples tamaños y aunque al entrar parece un caos, los dueños saben que todo está ordenado. El orden ferretero es algo complejo, mejor no intentar entenderlo...
Me ha recordado a las ferreterías de mi vida. No sé, son sitios a los que les tengo cariño.
Recuerdo la ferretería de la hermana de mi abuela en la Malvarrosa. La de ratos que he pasado allí en verano. Y de ahí me he llevado huchas metálicas, cerdos-hucha, linternas, flotadores, palas, rastrillos y cubos para la playa, sillas plegables, sombrillas, y quizá la manía de clasificar las cosas. Actualmente, sigue habiendo una ferretería aunque ya no pertenezca a mi familia.
En Borgo la Croce en Firenze existe también una de estas ferreterías. Me solucionó la vida: candados, cadenas de bici, il cestino della mia bici (esa cesta que me traje), pintura en spray, pinzas para la ropa, betún y un cepillo para los zapatos, adaptadores para los enchufes, bombillas y la necesidad de entrar periódicamente a ver si encontraba algo más que me resultara útil. Y es que tenía una segunda puerta que daba al mercado de Sant´Ambrogio por la que pasaba casi todos los días al ir o venir de la facultad.
Y es que todas las ferreterías que soy capaz de recordar cuentan con dos accesos desde calles diferentes. ¿Requisito indispensable o simple casualidad? No dan la sensación de grandes locales, sino más bien de pasillo oscuro y atestado de trastos.
También recuerdo la cantidad de días "18 de marzo" que, en plenas Fallas, he tenido que correr a la ferretería de la Avenida a comprar alguna cosa para el Día del Padre... ¡La de cosas que hay en una ferretería que hacen ilusión a los padres! ¡Ésta también da a dos calles!
Y la de la plaza del Dr. Collado, con ese encanto de lo antiguo, de mantenerse a pesar de las multinacionales, en esa plaza que me vuelve loca: Llotja, hierros, bicicletas, terrazas al sol, Lisboa y el Kiosko. ¿Hay algo más parecido al paraíso?
Me parece que me he emocionado demasiado con esto de las ferreterías. ¿Habré descubierto mi verdadera pasión tras escribir estas líneas? ¿Creo otra serie de entradas bajo la etiqueta: "comercios con encanto"? ¿Me he pasado de rosca? ¿Me falta algun tornillo?

La imagen es de una ferretería en La Noguera (Lleida) tomada por Jordi Brió.