dissabte, 4 d’abril del 2009

Nirvana y yo

A raiz de mi locura de tests de ayer y como consecuencia de esos resultados tan grunge que obtuve, hoy he desempolvado mis cd´s de Nirvana. Y me ha entrado la melancolía.
Los descubrí unas Navidades con once años en casa de unos amigos de mis padres mientras veía un programa de videos musicales con los hijos de ellos. El videoclip era de la versión de "The man who sold the world" que hicieron de la canción de David Bowie (esto de que era una versión lo descubrí mucho después) para el Umplugged de la MTV. Esos primeros acordes y esa imagen triste de Kurt Cobain se me quedaron grabados en la memoria de una forma que no me ha pasado nunca más: recuerdo quiénes estábamos frente al televisor, el color de los sofás, cómo estábamos sentados,... Me quedé tan hipnotizada que no fui capaz ni de leer el rótulo con la información de artista y canción al final del videoclip.

Busqué la canción con todos los medios de que disponía que, como por aquel entonces ni sabía lo que era internet, consistían únicamente en tararearles la canción a mis amigos. Pero era una edad en la que aún estábamos demasiado pendientes de muñecas, fútbol, los deberes y Emilio Aragón. Era una obsesión similar a la que he tenido últimamente con "La luna en botella" y, al igual que he conseguido hacerme con la película, conseguí hacerme con Nirvana. 
Un día de camino al colegio sonó la canción en la radio (debían de ser los 40 principales). Y ahí ya no se me escapó. Al menos sabía quién cantaba y qué canción era. Y en otra cena con otros amigos de mis padres, hablando con el hijo de ellos un par de años mayor que yo y con estética heavy-adolescente, le pregunté. Y no sólo los conocía sino que tenía su mejor cd: el "Nevermind". Así que como me vió tan ansiosa me lo grabó en un mítico cassette TDK y me presentó a otros grupos como Pearl Jam y su increíble "Vitalogy".
Poco tiempo después de conocerlos, Kurt Cobain murió. Me enteré por la radio y me quedé muy conmocionada. Y entonces el cassette lo hice polvo de escucharlo y, cuando empezaron a darme una paga semanal, fui ahorrando y comprándome toda la discografía. O pidiendo cd´s de Nirvana para mis regalos de cumpleaños. También tuve mi camiseta. Y mi bandera colgada en el techo de mi habitación. Y pasé por el típico odio irracional de toda fan hacia Courtney Love. Y el verano del 99 que pasé en Manchester, cuando descubrí internet, me leí todas las webs que encontré que hablasen de Nirvana. 
Y ahí descubrí que habían tocado en Valencia, el 2 de julio de 1992, fecha en las que aún eran desconocidos para mi. Pero me vino un flash: recordaba esos carteles con la portada del Nevermind; un bebé buceando tras un billete, supongo que anunciando el concierto, en los muros de camino al colegio. ¡Qué rabia! Luego he conocido a gente que sí estuvo en ese concierto: un recuerdo increíble y exclusivo. Creo que esa sensación que tuve entonces de irreversibilidad es lo que me hace no perderme ningún concierto de los que ahora me apetecen. O por lo menos intentarlo.

1 comentari:

Raquel* ha dit...

Acabo de darme cuenta de que a las casualidades de resultados del test, se une el que el día siguiente de la publicación de esta entrada se cumplían 15 años de la muerte de Kurt Cobain.
Buff... ¡que ciclón de casualidades!