diumenge, 4 d’octubre del 2009

16/09/2008 - Mercado de espejismos

¿Qué a qué me dedico? No resulta fácil de explicar. Hay profesiones imprecisas, profesiones que no son nada en concreto pero que pueden ser muchas cosas en concreto. A lo largo de esta narración irán haciéndose ustedes una idea de la índole de mi forma de ganarme la vida, si así puede llamarse a la actividad pintoresca en que cada cual va malgastando su vida: muñecos laboriosos que tallan un diamate o que construyen autopistas que parecen no tener fin, autómatas afanosos que trabajan para comprar un diamante o que conducen por autopistas neblinosas, antes de que amanezca, para construir otro tramo de autopista por el que puedan conducir de anamecida otros autómatas que vayan a a su taller a tallar un diamante o que viajen a la capital para comprar un diamante que tenga el poder de comprar un corazón, mientras la conciencia, al fondo, día tras día, obsesiva y estética, exegeta de sí misma, forma una nube negra, y cae una lluvia negra, y te viene la gana de medio morirte, pues casi nada es casi nada, pero sigues ahí, convencido de que huyes a toda mecha de la Nada.
(Disculpen, por favor, la digresión: mi pensamiento es de talante traslaticio. Una línea recta tiene tendencia a convertirse en una voluta. Un triángulo lo transforma, en cuanto puedem en rocalla. Un silogismo lo vuelve cornucopia. Un punto y aparte puede ser para mi pensamiento un abismo. Unos puntos suspensivos tienden a ser una infinitud.) (Y a veces me duele mucho la cabeza.) (Pero no volverá a ocurrir.) (O eso espero.)

Y se alzaba la luna, mutilada y menguante, errante daga blanca de la noche, más o menos.

BENÍTEZ REYES, Felipe