dilluns, 19 d’octubre del 2009

Hace mil años que estoy aquí

Es un libro muy bien narrado, con diferentes estilos según la época en la que transcurre. Mariolina Venezia muestra perfectamente la evolución de la forma de vida desde finales del siglo XIX hasta la actualidad de una zona rural de la Puglia italiana (tener amigos de esa misma zona también me ha incitado a leerlo). Quizá falle en que no pasa realmente nada ya que contar la historia de cinco generaciones en apenas 300 páginas no da para meterse mucho en cada personaje.
Pero tiene fragmentos deliciosos como los sueños delirantes de una mujer parturienta y su bebé o éste, que reproduzco aquí por las coincidencias:
"Alba amaba la luna. Cuando el 21 de julio de 1969 la televisión transmitió el alunizaje, la vista de aquellos espacios donde nunca un pie de hombre se había posado, donde no regía la fuerza de la gravedad, y los cuerpos estaban liberados de las necesidades terrenales, le hizo pensar por un instante que era aquélla su verdadera patria. Se iba allí mientras limpiaba los muebles, restregaba los baldosines, fregaba los suelos, quitaba el polvo, un espacio ligero que limitaba con el infinito donde existir sin jaqueca, sin suciedad, sin necesidades."