dissabte, 6 de juny del 2009

La narración

Hoy hace dos meses del terremoto que sacudió Abruzzo. Para no olvidarnos de cómo lo siguen pasando hoy en esa zona, traduzco la narración del momento del terremoto hecha por una bloggera que lo vivió en primera persona.

"Las sacudidas se repetían desde hacía meses. Muchas. Demasiadas para que el sistema nervioso no se resintiese. Las últimas de aquella noche, era Domingo de Ramos, fueron fuertes. Mi madre y mi hermana estaban en la cama de matrimonio, mi marido y yo íbamos a dormir en el sofá, en el salón. Ninguno de nosotros estaba en su propia casa. El miedo nos había hecho elegir una habitación puesta a disposición por unos amigos. No podíamos saber que nos íbamos a encotrar sobre el cráter. La planta baja  nos daba la seguridad de una vía de fuga, sobre la placeta de al lado. Nuestras casas, en el centro de la ciudad, tenían escaleras altas, difíciles de recorrer en caso de terremoto. Y callejones estrechos. Mi madre y mi hermana estaban nerviosísimas, yo les daba seguridad y las calmaba con gotas de Valium. Hacía planes para Pascua, para distraernos. Pensaba salir. Lejos del terremoto. Alrededor de las dos las dejé en su habitación y volví con mi marido al salón. Estaba extrañamente tranquila. No tenía miedo. El sueño me venció mientras pensaba que, al día siguiente, tendría que comprar los huevos de chocolate y las palomas para los regalitos de rigor. Y seguir con mi trabajo que era frenético en aquellos días. Tenía que acordarme de comprar aquella botella de ron que le gusta tanto a Peppe. Y quería hacer lasañas para congelar. Las lasañas en Pascua son un ritual para nosotros. Me las habría llevado conmigo. Allá donde hubiésemos ido. Dormía. El golpe del televisor caído me despierta. Oscuridad. Mi marido está en el suelo, junto a mi. Y me aprieta. El mundo tiembla alrededor. Y no se para. Ruido de ladrillos y vidrios rotos. Y de paredes que caen. No pienso en el terremoto. No podía imaginarme que existiese uno de aquella intensidad. Pienso en la tierra que se parte y me absorbe. Pienso en el fin del mundo. Mi madre y mi hermana en la otra habitación. Gritando, clamo sus nombres. Ninguna respuesta. Grito y grito, pero no podemos movernos. La violencia de la sacudida nos lo impide. La tierra se para. Grito, con los pies desnudos heridos por los vidrios rotos. Nos acercamos a la puerta de entrada. No se abre. Llamo a mi madre. Escucho su voz débil que me dice "Anna, estamos vivas". Mi marido me catapulta desde la ventana y me grita que me aleje. Mis ojos ven sólo niebla blanca. Espesa. Olor de gas y de polvo. Estoy sola en la placeta cuando veo una casa implosionar delante de mi. Después otra. Llegan las primeras personas. Calladas. Grito si necesitan ayuda: "hay una persona anciana entre los escombros". Querría morir. Lloro desesperada. Una mujer sale de una ventana. Sangra abundantemente. La abrazo contra mi. Y lloramos. La tierra tiembla todavía, terriblemente. Veo la casa donde están mis seres queridos, las personas que más quiero en el mundo, abrirse en una esquina. El marco de una ventana cae. Grito "¿dónde estáis?" Y la tierra continua temblando. Caigo. Me levantan. Estoy desesperada. Veo salir a mi marido que lleva a mi madre cubierta con una manta. Mi hermana les sigue descolocada. En aquel momento pensé que tenía todo aquello que quería. Estábamos a salvo. El coche estaba intacto. Subimos y, lentamente, nos alejamos hacia un espacio abierto. Ni una palabra. Oscuridad absoluta. Y silencio. Temblamos sin conseguir pararlo, mientras llamamos a parientes y amigos por teléfono. Estamos vivos. Encendemos la radio: cancioncillas, y las voces susurrantes de los presentadores nocturnos. El alba llega con los sonidos incesantes de las ambulancias y abre delante de nosotros el escenario de una realidad devastada. Las noticias de la radio hablan de terremoto desastroso. Mi segunda vida ha comenzado."

Entrada publicada por Anna en su blog Miss Kappa. Fecha: 17/05/2009.