dijous, 4 de juny del 2009

Mi gato (III): Sus manías

Esta entrada la tenía preparada desde hace un par de semanas. La publico hoy, cuando las cosas han cambiado, y los cambios están en cursiva torcidos por las lágrimas.

Mi gato era un tanto peculiar: tenía manías comunes al resto de los gatos y otras que lo hacían especial.
No bebía agua en su bebedero. Le encantaba el agua corriente; así que, cada vez que entraba en el baño, se colaba, se subía al lavabo y esperaba a que le abriese el grifo para beber.
Normalmente pasaba la noche en la galería de casa, así que durante el día nunca estaba allí. Salvo que tuviese hambre o que estuviese en marcha la secadora. No sé si sería por el calorcito o por el olor a suavizante, pero era ponerla en marcha y corría a acurrucarse en su cesto.
No sabía maullar, hacía un sonido que quería ser un maullido pero no se parecía en nada al "miau" típico de un gato. Aunque cuando había moscas se volvía loco e intentaba atraparlas mientras hacía un sonido muy gracioso. Lástima que no pueda transmitirlo por aquí (me siento incapaz de hacer una descripción útil y comprensible).
Durante un par de veranos le dio por cazar dragones y traérmelos cada noche a la cama de regalo. Más de una me desperté cuando algo reptiloso me rozó...
Era raro que girase las esquinas del pasillo andando normal. Tendía a coger carrerilla y hacer la curva subiéndose a la pared. Incluso a sus 68 años...
Mejor no dejar monedas, caramelos, pendientes u objetos pequeñitos sobre una mesa. Su obsesión era detectarlos, irlos acercando poco a poco al borde haciéndose el despistado y cuando ya estaban en el borde, mirar a ver si lo mirabas, y tirarlo al suelo de un golpe seco.
Le encantaba chupar la ceniza de los ceniceros. Menos mal que en casa no se fuma, porque no creo que tragar ceniza fuese muy saludable. Y también las fotografías reveladas, sobretodo si tenían brillo. Y los lazos de los regalos, daba igual el contenido del paquete; a él le interesaba sólo el lazo.
Tendía a colarse en cualquier armario que hubiese permanecido abierto más de dos segundos, buscaba el hueco más recóndito del armario y se pasaba allí horas sin salir después de haber revuelto toda la ropa para crearse un lugar a su gusto. (La foto la tomé tras pasarme más de una hora sin saber nada de él y buscarlo por todos los rincones. Abrí el armario y ahí estaba. Educado que era, se levantó para saludar.)
También era un poco cotilla, así que, si dejabas alguna bolsa, lo más probable era que metiese la cabeza a ver qué había dentro, y si era algo blandito, probablemente se metiese dentro a dormir.
Pedía aceitunas rellenas. Jugaba un poco con ellas como si fuese una bolita y luego las partía y se comía sólo la anchoa. El jamón york y el atún también lo volvían loco.
Igual que a mi, le gustaba tumbarse en mi cama a la hora de la siesta porque da el sol. Pero eso sí, hacía coincidir la sombra de la carpintería de la ventana con su cabeza, no le fuese a dar una insolación. En general solía taparse los ojos. Y también como yo, tenía un lunar en la retina.

¿No era un cielo de gato?
Ahora, en su lugar, tendré los vacíos, los recuerdos y muchas rosas amarillas.

Sigue sus hazañas pinchando aquí o en la lista de personajes de la derecha.



Quería agradecer el apoyo que me están dando la "señorita de la bufanda naranja" y la "señorita de los complementos geniales", y sobretodo el "master del gazpatxo metálico", que me volvió a repetir el ¿quieres que vaya? de hace unos años; la "señorita de las margaritas mágicas", por aguantar mis lágrimas y mis silencios; y mi hermano, por abrazarme. 

2 comentaris:

Unknown ha dit...

Dudabas el abrazo??? jajaja que me voy haciendo mayor y se en que momento necesitas un abrazo o no... y aunque tengas esa coraza de dura, te pasa lo mismo que a tu hermano que un abrazo lo agradecemos mucho y mas en estos momentos, y nada que siempre Indu y sus travesuras estaran con nosotros y presentes en esta casa, fue nuestro gato, el que era igual que la ama, que le gustaban poco los mimos pero que en sus ultimos dias de vida agradecio que estubieramos junto a el....

1 beso enorme

Indu siempre con nosotros

Raquel* ha dit...

:) ¡Otro beso para ti!
Sí, Indu está en cada giro del pasillo, cada vez que abres el armario o cuando sales a la galería. ¡Cómo se le echa ya de menos!